Hoy más que nunca parece como si los niños fueran demasiado para la sociedad, como si la superasen. Hiperactividad, irregularidades en el comportamiento, agresividad, fracaso escolar y miedos, entre otros, son cada vez más frecuentes en cada vez más familias. Pero pese a lo que pueda parecer, la mayoría de las veces la razón no está en el propio niño sino en el desamparo o bien en las excesiva exigencias a que le somete su entorno, la sociedad y los pedagogos.

La sociedad está sumida desde hace varios años en un profundo proceso de cambio. Las estructuras y métodos vigentes hasta ahora se han quedado rápidamente obsoletas y han dejado de servir. Ni siquiera los modelos educativos y escolares alternativos e integrales pueden atender de un modo completo las necesidades de los “Niños de la Nueva Era”. Muchos niños se sienten incomprendidos y muchas veces reaccionan con problemas físicos y psíquicos, los cuales a su vez ya no pueden seguir siendo tratados con métodos tradicionales.

Los modelos educativos y escolares clásicos siguen centrándose exclusivamente en el desarrollo de las capacidades mentales de los niños. Por su parte, las escuelas alternativas, incluyen además el nivel corporal y

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